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La Ciudad de las Artes y las Ciencias se ha convertido en el icono de Valencia y en el lugar más visitado de la ciudad. Diseñado por Santiago Calatrava y Félix Candela, este complejo de ocio, científico y cultural, ocupa 350.000 metros cuadrados y se extiende a lo largo de dos kilómetros en la zona sur del jardín del antiguo cauce del río Turia.

Atractivo tanto por su arquitectura vanguardista como por su contenido, el lema ‘Ciudad dentro de la ciudad’ define su concepto: sus seis espacios son para todos los públicos. Concebido como un polo científico, en la actualidad se ha convertido en dinamizador turístico. Además, se ha consolidado como eje urbano que ha posibilitado la recuperación y desarrollo urbanístico de una zona hasta entonces degradada de la ciudad. 

En 1998 se inauguró con la apertura de l’Hemisfèric. El Museo de las Ciencias Príncipe Felipe, el Palau de les Arts Reina Sofía, l’Umbracle, l’Oceanogràfic y el Ágora, junto al puente de l’Assut de l’Or, conforman la ciudad

Umbracle de la Ciudad de las Artes y las Ciencias

Imagen de la ciudad

Sin duda, se ha convertido en el icono de Valencia, gracias a la llegada del Maratón, el rodaje de películas como Tomorrowland o series como Doctor Who, Westworld o El Embarcadero. Aquí también se han celebrado multitudinarios conciertos y se han disputado competiciones como el Global Champions Tour de hípica o el Valencia Open de tenis, entre otros.

McLaren escogió en 2007 la Ciudad de las Artes y las Ciencias para la presentación mundial del monoplaza MP422 que pilotarían esa temporada Fernando Alonso y Lewis Hamilton en el Mundial de F1. Marcas como Peugeot u Opel también han realizado campañas publicitarias en sus instalaciones.

Con más de 2’7 millones de visitantes al año, fue el quinto monumento más visitado de España en 2019, por detrás de la Sagrada Familia de Barcelona, los Museos Reina Sofía y El Prado de Madrid y La Alhambra de Granada.

Llegada del Maratón de Valencia al lago de la Ciudad de las Artes y las Ciencias

Concepto y primeros bocetos

La idea del proyecto era dotar de carácter al jardín del Turia, que cruza linealmente toda la ciudad, así como recuperar los barrios del sur de la ciudad. De ahí que los monumentales edificios disponen de elementos típicos valencianos y están diseñados con grandes espacios abiertos y públicos, respetando así la tradición mediterránea de mar y luz.

Por eso, y aunque cada edificio ofrece una funcionalidad concreta y están diseñados bajo su propio concepto, comparten colores y materiales para entender el proyecto como un todo. Las láminas de agua unifican y dan continuidad a los espacios.

Tras visitar la nueva Cité des sciences et l’industrie, de París, el entonces presidente de la Generalitat Valenciana, Joan Lerma, encargó oficialmente al científico Dr. Antonio Ten Ros, la redacción de una primera propuesta de una Ciudad de la Ciencia y la Tecnología para Valencia. El anteproyecto, titulado ‘Vilanova, Una Ciudad de las Ciencias para Valencia’, se presentó en mayo de 1989

Para el anteproyecto, con un presupuesto de 556.000 euros (92.650.000 pesetas), Antonio Ten Ros constituyó un equipo de 56 científicos, museólogos y diseñadores, entre los que incluyó al profesor José María López Piñero como responsable del espacio ‘Un paseo por la historia’. Era 1990.

L'Oceanogràfic en la Ciudad de las Artes y las Ciencias, el mayor acuario de Europa

Ciudad de las Ciencias: cine, planetario y museo

El museo iba a ser el centro de un complejo cultural y turístico. La Ciudad de las Ciencias, constaba de una torre de comunicaciones de 382 metros de altura -la tercera más alta del mundo en aquellos momentos-, un cine IMAX, con planetario y el museo de carácter científico. El coste total de las obras se estimaba en unos 20.000 millones de pesetas, unos 120 millones de euros.

En mayo de 1991, la Generalitat propuso al arquitecto Santiago Calatrava como diseñador de los proyectos. Discrepancias en la concepción y funcionalidad de los espacios expositivos llevaron al Dr. Ten Ros a apartarse del proyecto en mayo de 1993. 

Con las obras adjudicadas y los fundamentos de la torre construidos, se produjo un cambio de gobierno en la Generalitat. El nuevo Consell paralizó las obras y anunció el rediseño de la Ciudad de las Ciencias «con una filosofía distinta». El gobierno autonómico decidió retomar el proyecto de Calatrava, pero no la torre de comunicaciones. 

L’Oceanogràfic

La redefinición del complejo añadía el arte a la ciencia para conformar la Ciudad de las Artes y las Ciencias, que mantenía dos de los edificios del proyecto inicial: el museo de las ciencias y el cine IMAX con planetario, sustituía el icono original -la torre-, por un palacio de la ópera y añadía un nuevo elemento: un parque oceanográfico (l’Oceanogràfic).

Así, el prestigioso arquitecto valenciano rediseñaba su trabajo inicial y presentó su segundo proyecto, de tres edificios: L’Hemisfèric en forma de ojo humano, el Palacio de las Artes, y el Museo de las Ciencias. El hispano-mexicano Félix Candela, uno de los maestros del arquitecto valenciano, elaboraría el L’Oceanogràfic.

En abril de 1998 abría sus puertas al público l’Hemisfèric. Once meses después, se inauguró el Museo de las Ciencias Príncipe Felipe, aunque las obras no estaban terminadas. El museo se abrió al público veinte meses después. 

El 12 de diciembre de 2002, se estrenó L’Ocenaogràfic, el mayor acuario de Europa. Y el 8 de octubre de 2005 se culminó el complejo con la apertura del Palau de les Arts Reina Sofía, el teatro de la ópera de Valencia. En 2009 se sumó el Ágora para completar el complejo.

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